El
avance tecnológico-científico de las
últimas décadas en la medicina es como una ola de nuevo conocimiento que muchas
veces nos sobrepasa y el hecho de estar actualizados implica horas de estudio y
dedicación. No obstante, se hace indispensable que unido a la actualización de
las ciencias y de la tecnología intervenga la mano del ARTE. Al hablar de arte me refiero a la herramienta
más importante del internista: la relación médico-paciente.
La
relación médico-paciente constituye el equipo de trabajo del día a día de
cualquier médico que vea y trate pacientes. Es el médico quien debe velar y
hacerse responsable del éxito de esta relación y por lo tanto debe entrenarse
para que ésta llegue a dar óptimos
resultados. El éxito de este binomio se basa en el arte de escuchar y atender a
todo lo que se diga, cómo se dice y tener en cuenta lo que muchas veces no se
comenta pero que el paciente deja dicho entre líneas para posteriormente
retomarlo y evaluarlo en busca de un diagnóstico.
Es
la exposición de la historia clínica y su análisis crítico lo que nos guiará en
la aproximación diagnóstica y determinará las pruebas confirmatorias a
programar; también nos dará una idea del ambiente personal, familiar y social
del paciente. Dentro de esta serie de datos, nosotros los Médicos Internistas
debemos saber tamizar lo conveniente y preciso para entender y comprender a ese
paciente en particular afecto de una enfermedad.
Los
cimientos que permitirán el éxito de esta relación son la empatía, la
discreción, la prudencia y la sensatez.
Los Médicos Internistas estamos frente a pacientes crónicos,
pluripatológicos y muchas veces sin diagnóstico, necesitados de nuestra ayuda y
de las consideraciones económicas, sociales o étnicas. Las cuales bajo ningún
concepto deben desviar o alterar nuestro juicio clínico.
La
relación médico-paciente usa el diálogo con un fin diagnóstico y eventualmente
curativo. Haciendo de la Medicina Interna
aquella parte de la medicina científica con mayor grado de ciencia, arte
y humanidad. A
veces los médicos olvidamos ver al paciente como un todo, cegados por los
avances científicos y la obsesión de cuantificarlo todo, prevaleciendo el
interés individual del médico sobre el interés del paciente. Sabemos que los
protocolos clínicos y terapéuticos deben estar basados en la evidencia
científica y en una continua evaluación. Sin embargo, debe existir un
equilibrio entre los intereses médico-científicos y los del paciente. En todo
caso hay que recordar que es el paciente el centro y objetivo de nuestra
ciencia y arte.
Por
otro lado, también olvidamos que nuestra presencia, comprensión e incluso
consuelo, con frecuencia tiene una enorme carga terapéutica, de alivio y muchas
veces de esperanza. Todos estos valores son tan importantes como los
científicos.
El curso de los avances científicos ha llevado a la
creación de las subespecializaciones y a la fragmentación en parcelas de ese
todo, único e indivisible que es el paciente. La Medicina Interna debe alzarse
y representar la unidad de la Medicina.
Carlos
Azuaje
Hospital
de Cerdanya
Agrupació
Europea de Cooperació Territorial